60 años dando color a tu vida
Hay historias que no se escriben con tinta, sino con color. Color que nace del trabajo, del compromiso y de los sueños de quienes creen en lo que hacen. La historia de Pinturas Lepanto es una de esas historias. No empezamos con grandes instalaciones ni tecnología punta, sino con un propósito sencillo y poderoso: dar color a la vida de las personas.
Donde todo comenzó
Hace seis décadas, en un pequeño taller, unas manos mezclaban temple y esperanza. No había certezas, solo ilusión.
Los fundadores de Lepanto —los hermanos Ruiz Alfaro— no solo fabricaban pintura: estaban construyendo una forma de entender el trabajo, basada en el esfuerzo, el respeto y la confianza.
Aquella mezcla de humildad y ambición fue la base sobre la que se levantó todo lo que vino después. Y aunque las herramientas, los productos y las instalaciones han cambiado, el espíritu sigue siendo el mismo.
El color que nos une
En Lepanto siempre hemos creído que el color es mucho más que un acabado: es emoción, expresión, identidad. El color transforma los espacios, pero también a las personas. Por eso, detrás de cada bote de pintura hay una historia de dedicación, de precisión y de orgullo por el trabajo bien hecho.
Cada tono que creamos lleva un poco de quienes somos.
El blanco de la honestidad que guía nuestras decisiones.
El azul de la confianza que nos une a nuestros clientes.
El verde del compromiso con el planeta.
Y el amarillo que nos identifica, ese color cálido y optimista que simboliza nuestra energía, nuestra familia y nuestra pasión por lo que hacemos.
Seis décadas de personas
No se puede hablar de Lepanto sin hablar de las personas. De quienes han formado parte de esta familia desde los inicios y de quienes se han ido incorporando con el tiempo. De los trabajadores que han visto cambiar la fábrica, las máquinas y los productos, pero nunca la manera de hacer las cosas. Son ellos los que han hecho posible que una idea nacida en los años 60 siga viva hoy.
Y también los distribuidores, los pintores, los clientes fieles que han confiado en nosotros generación tras generación.
Gracias a ellos, el color Lepanto ha llegado a miles de hogares, colegios, hospitales, espacios públicos y privados donde cada pared cuenta un pedacito de nuestra historia.
Mirar atrás para seguir avanzando
Cumplir 60 años no es mirar al pasado con nostalgia, sino con gratitud. Es recordar los comienzos para entender quiénes somos. Es honrar a quienes ya no están, pero siguen presentes en cada decisión, en cada logro y en cada reto superado.
Nuestro fundador, D. Alfonso Ruiz Alfaro, nos enseñó que trabajar bien, con honestidad y constancia, siempre da fruto. Su forma de entender la vida —basada en el esfuerzo y el optimismo— sigue siendo nuestro mayor legado.
El futuro se pinta de color
Hoy, en nuestras instalaciones de Binéfar, seguimos innovando con la misma ilusión con la que se empezó. Creamos pinturas más sostenibles, más eficientes y más cercanas a las necesidades de quienes las usan. Porque si algo hemos aprendido en estos 60 años es que el color no se detiene: evoluciona, se mezcla, se reinventa.
Y nosotros con él.
Por eso, más que celebrar un aniversario, celebramos una forma de entender el trabajo y la vida.
Una historia que no termina aquí, sino que se renueva cada día con cada brochazo, con cada cliente, con cada proyecto que lleva nuestro nombre.
Gracias por formar parte
A todos los que han sido parte de este viaje: gracias.
Por creer, por acompañarnos, por confiar en una empresa que sigue defendiendo lo mismo que en sus orígenes: que la calidad, la cercanía y el respeto son los mejores colores para construir futuro.
